Alejandro Luque
Alejandro inició actividades en el activismo desde muy joven, pero tuvo una conexión con la temática medio ambiental desde los 15 años, cuando se dio cuenta que necesitaba trabajar para proteger el medioambiente de las amenazas como el cambio climático. Sabía que el impacto del cambio climático lo estaba afectando incluso emocionalmente. “Siento un deber y propósito por dejar una marca en este planeta”.
Él joven activista empezó a investigar, a escribir a organizaciones que trabajan con jóvenes y leer la constitución con un enfoque en los artículos que protegen el medioambiente. En 2021 inició un podcast llamado EUDaiMonía que significa bienestar en griego. En este proyecto entrevista a abogados en derecho ambiental, educadores, psicólogos y psiquiatras para conversar sobre educación ambiental, salud mental, entre otros temas.
Su vinculación con organizaciones le llevó a generar su propio movimiento: Compromiso Q’umir, una organización estudiantil que buscaba el bienestar de los estudiantes de colegio hacia un modelo de vida sustentable. Además, forma parte del MOAE (Movimiento de Organizaciones Ambientalistas del Ecuador) y Fridays For Future.
Ha participado en los grupos focales y es miembro activo de U-Report Ecuador y desde este año se unió al grupo de coordinación para los procesos de consulta de la región para América Latina y el Caribe de la UNEP, el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente.
Cuando no está vinculado trabajando para algún proyecto o estudiando, le gusta pintar en óleo, escribir y nutrirse de podcasts sobre diferentes temáticas.
¿Qué hace falta para que los jóvenes se activen contra el cambio climático?
Deben informarse con respecto al cambio climático y a todos los ámbitos que les interesen hoy en día.
Pueden recurrir a las organizaciones más cercanas, las que más interesan para ver formas de participación.
Se debe incluir o crear espacios para que los jóvenes hablen. Una vez que un joven siente que su opinión es escuchada le va a interesar involucrarse en más espacios.
En la educación formal se debe aportar con educación ambiental. Solo así los jóvenes van a darse cuenta de lo que está pasando. Si recibimos una clase de ecología o medioambiente será más fácil aplicarlo en casa e investigarlo.
Para activarse es importante encontrar intereses propios, ya sean la literatura, matemática, etc.